jueves, 22 de enero de 2015

Los administradores corruptos «devotos del dios soborno» cometen un «pecado grave contra la dignidad» y dan de comer «pan sucio» a sus propios hijos: a esta «astucia mundana» se debe responder con la «astucia cristiana» que es «un don del Espíritu Santo». Lo dijo el Papa Francisco en la homilía de la misa que celebró el viernes 8 de noviembre, por la mañana, en la capilla de la Casa de Santa Marta, en la que propuso una reflexión sobre la figura del administrador deshonesto descrita en el pasaje evangélico de san Lucas (16, 1-8).


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